Escrito por: Dra. Evelina Cárdenas Llamosas.
Docente de la Escuela Profesional de Educación Inicial.
Tiempo en Familia
Parece que siempre escuchamos esa frase dar “calidad de tiempo a nuestros hijos”, muchas veces hacemos hasta lo imposible, y vemos padres y madres luchando con el sentimiento de culpa, se sienten agobiados en este tiempo donde todo tiene que ser rápido y tratan de estar disponibles para sus hijos. Nuestra realidad cambio, para muchos el trabajo se traslado a las habitaciones de las casas, las escuelas se cerraron, pero en cada casa se abrió un aula diferente. Y muchos están luchando por atender pese a todos los distractores que se pueden encontrar en una casa. Sacando lo bueno de toda esta situación parecería que estamos más tiempo en familia, pero muchas veces estamos más desconectados que nunca. Tenemos que buscar o crear espacios para volver a conectarnos y escucharnos.
“En la primera infancia los niños aprenden más jugando que haciendo fichas o pegados a dispositivos electrónicos” – Tamara Chubarovsky.
Actividades para calmar a nuestros niños
En un mundo donde cuesta escuchar el silencio, donde todo va de prisa, hay tantos estímulos, y tanto ruido externo, cuesta escucharnos a nosotros mismos, detenernos un tiempo y cuesta hasta saber respirar correctamente. Tomarnos un tiempo, una pausa para seguir adelante. Es importante enseñar a nuestros niños a respirar correctamente, a que se escuchen ellos mismos. Y sobre todo respirar cuando están muy enojados o desbordados.
Algunos juegos para enseñarles a respirar como:
- Respirar como las montañas.
- Soplar o simular que soplamos una vela sin apagarla.
- Simular que soplamos o inflamos un globo.
- Oler chocolate o canela.
- Recostados boca arriba colocar un barco de papel en la barriga y respirar para ver cómo se mueve.
- La botella de la calma: una botella descartable que podemos llenar con agua, escarcha y colocar un pequeño objeto que se pueda ver cuando la escarcha se va al fondo, así explicarles que cuando estamos enojados somos como esa botella cuando la agitamos fuertemente no podemos ver que hay en el fondo hasta que regresa a la calma.
Respiremos profundo antes de corregir a nuestro pequeño, muchas veces nuestro mal humor nos lleva a reaccionar de forma desproporcionada a la acción del niño.
Nuestra falta de tiempo, o las obligaciones del día a día, nos llenan de ansiedad y cualquier error de nuestro niño puede desencadenar en el adulto una llamada de atención desproporcional a lo que hizo ese pequeño, que tal vez en otro momento, donde el padre o madre estuvo de buen humor le genero risa. Muchas veces ese niño está en una incertidumbre, y vive sentimientos encontrados pues sus acciones generan reacciones distintas en los adultos.
Nos cuesta jugar con nuestros hijos
Creemos que para jugar con nuestros niños es necesario mucho tiempo, tener material estructurado o un gran circuito con bastante espacio. Francisco Mora, neurocientífico nos habla sobre la importancia de la emoción para el aprendizaje. Mientras jugamos estamos creando recuerdos para toda su vida. Podemos crear oportunidades de juego con nuestros niños:
- Cuando vamos en el carro, jugar a mencionar distintos elementos que veamos en la calle de un color determinado, ahí trabajamos la observación y la atención. Motivamos al niño para que se exprese.
- Para desplazarnos de un lugar a otro dentro de nuestra casa, podemos ir jugando carreras, en carretilla, en pata coja, como un animalito determinado.
- En vez de ponerles el celular para comer, podemos crear una historia o cuento con los alimentos y fomentar que nuestro pequeño se exprese.
- Cada fin de semana una aventura diferente, donde nuestra sala o dormitorio se convierta en un campamento, una cueva , un bosque para contar historias, un planeta diferente y hacer teatro de sombras.
- En las noches antes de dormir leer un cuento en familia, que cada noche un integrante de la familia sea el responsable de cambiar o crear un final distinto, etc.
Recordemos que los niños van a ser niños un corto tiempo, y con esa mochila de herramientas que le dieron sus padres se enfrentarán al mundo.
No tenemos que ser perfectos, no existen padres perfectos, pero sí existen padres que aman con todo su ser a sus hijos y por esos hijos se reinventan día a día, curan y sanan sus heridas emocionales, se levantan con más fuerza cada día. No es necesario compararse, cada familia es distinta, cada niño es único y maravilloso, un maravilloso proyecto de Dios, tenemos que cuidar ese tiempo en que nuestros niños están en formación y son tan frágiles, necesitan de adultos disponibles que los acompañen en sus caídas, que no les solucionen la vida, pero que sean guía y un puerto seguro donde regresar para recargar energías.
Nada bueno trae angustiarse demasiado y vivir en el futuro, porque nos vamos perdiendo el presente, disfrutemos el día a día con nuestros niños Recordemos un día a la vez… Los adultos somos el modelo de regulación emocional para nuestros niños.